Constantemente se habla de la importancia de inculcar hábitos y rutinas a nuestros peques, de que son necesarios en su día a día pero…
¿Qué son los hábitos y rutinas? ¿En qué se diferencian?
¿Por qué son tan importantes? ¿Cómo podemos trabajarlos?
En el siguiente artículo te lo contamos.

Un hábito es un comportamiento que hemos adquirido a través de la repetición, que se realiza de forma automática. Los hábitos nos permiten como personas que funcionemos en nuestro día a día. Ejemplos cotidianos de esto sería, colocar las llaves en la entrada, apagar el fuego antes de quitar el caldero, o lavarnos los dientes antes de ir a dormir.
Por el otro lado tenemos las rutinas, que son una secuencia de actividades o ocupaciones regulares y repetitivas que proporcionan estructura en nuestra vida diaria. La rutina de cada persona varía, alguien podría tener la rutina de levantarse y hacer la cama directamente, mientras otro desayunar y después hacer la cama. En tiempos de COVID por ejemplo, nuestra rutina para entrar en el centro se ha visto alterada, ahora nos hemos tenido que adaptar a una nueva que es, entramos, nos quitamos los zapatos, nos miden la temperatura, nos limpiamos las manos con gel…y la que sigue igual, la importante es la parte de que entramos a jugar.
Por lo tanto, podríamos decir que los hábitos son la base de las rutinas y es necesario trabajar primero estas para poder lograr que haya una rutina efectiva y bien establecida para que se vuelva automática…y sobre todo sin dramas.
¿Por qué son importantes?
Los hábitos y rutinas son importantes básicamente porque deberían facilitar nuestro día a día. Tener actividades positivas automatizadas nos estructura el día y nos ahorra tiempo, y sobre todo con nuestros hijos LAS DISCUSIONES.
Sin embargo, los hábitos y rutinas también pueden ser negativos y crearnos limitaciones.
Algunos autores hablan de la existencia de hábitos y rutinas facilitadoras y perjudiciales, diferenciándolas entre aquellas que apoyan a la persona en su vida diaria y las que la entorpecen (Fiese et al., 2007; Segal, 2004).
En la tabla podemos ver algunos ejemplos claros de esta idea.
HÁBITO | RUTINA | |
FACILITADORES | Lavarse los dientes tras cada comida, poner x cosa siempre en el mismo sitio. | Llegar a casa dormir la siesta, hacer los deberes, merendar, ver la tele. |
PERJUDICIALES | Morderse las uñas, fumar, irse a dormir tarde, meterse el dedo en la nariz. | Llegar a casa dormir, ponerse con el móvil toda la tarde. |
Además de saber que existen hábitos positivos y negativos para las personas, es importante saber que no todas las personas funcionamos igual. Esto se puede entender muy bien con el continuo de Dunn (2000).
Imaginemos que existe una línea, un continuo en el que las personas nos movemos. Si nos situamos en un extremo la misma, encontraremos un perfil donde no hay hábitos instaurados y no pueden ayudar a la persona. En el otro extremo del continuo, estarán aquellas personas que tienen excesivos hábitos o personas que las tienen tan inherentes que interfieren con su vida. Lo ideal entonces podemos deducir es situarnos en el centro donde los hábitos nos ayuden en nuestro día a día para ser capaces de seguir el ritmo y exigencia diaria.
Los extremos del continuo podrían relacionarse con ciertos diagnósticos, como TDAH (Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad) por falta de hábitos o TEA (Trastorno del Espectro Autista) o TOC (Trastorno Obsesivo Compulsivo) tener excesivos y rígidos, pero es importante dejar claro que no hace falta tener un diagnóstico para poder caer en alguno de los extremos del continuo y que cada día observamos qué nuestros peques tienen falta de hábitos llevando a la incapacidad de adquirir rutinas beneficiosas.
Para entenderlo vamos a poner un ejemplo con personas sin ningún diagnóstico. Imaginemos ahora tres niños, Marta, Alba y Carlos, que llegan a casa después del colegio y tienen que hacer los deberes:
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Marta no quiere hacerlos, le da mucha pereza… Decide que primero verá un capítulo de sus dibujos favoritos y ya luego se pone con ellos. Se sienta en el escritorio, pero se pone a leer uno de sus cómics, va a la cocina y coge unas galletas… Entre una cosa y otra, se le va la tarde, llega la noche y los deberes siguen sin estar hechos.
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Alba siempre que llega del cole duerme un poco la siesta. Cuando suena la alarma, se levanta y se pone a hacer las tareas del cole y a estudiar para su examen de mañana. Una vez termina, juega un rato con la consola, merienda, juega con su hermano y al llegar la noche cena con su familia.
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Carlos siempre va a hacer pis antes de sentarse a hacer los deberes. Cuando vuelve, en su escritorio todo debe estar en su sitio, primero saca todo de la mochila; abre la agenda para ver que le toca hacer y la coloca en una esquina; coge sus estuches, saca todo lo necesario y lo coloca en la mesa; regula la altura de la silla porque su hermano la ha cambiado; se le arruga uno de sus folios y prefiere repetirlo en uno nuevo…. Carlos sólo tenía un ejercicio de lengua, pero ha tardado más de media hora solo en empezar.
Marta y Carlos están en los extremos del continuo y ninguno es eficiente durante la tarde. Alba en cambio, cuenta con hábitos y rutinas que la ayudan a aprovechar su tarde y que hacen que le dé tiempo a hacer todo de una manera efectiva.
El continuo de Dunn (2000) no es una clasificación estática sino todo lo contrario, explica que las personas pueden moverse de un perfil a otro a lo largo de su vida.
EL CONTINUO DE LOS HÁBITOS | ||
Pobreza de hábito | Utilidad de hábito | Dominación de hábito |
Los hábitos no están establecidos y no pueden apoyar la vida diaria. | Los hábitos apoyan la vida diaria y contribuyen a la satisfacción personal. | Los hábitos son tan inherentes que interfieren con la vida diaria. |
Necesidad de práctica. | Habilidad para seguir los ritmos de la vida diaria. | Necesidad de orden. |
TDAH, Depresión, Demencia | TEA, Adicciones, TOC |
Tabla resumen del continuo de los hábitos, Dunn (2000).
¿Cómo podemos trabajarlos?
Es importante saber que los hábitos se entrenan y no surgen de la nada, no podemos esperar que nuestros hijos de repente una vez ensayado que después de comer tienen que lavarse los dientes, ya lo haga solo siempre. Hay que trabajarlos.
A continuación, les mostramos algunos consejos que pueden serles útiles cuando traten de instaurar un nuevo hábito:
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Ser ejemplo para nuestros peques: Es más sencillo adquirir cierto hábito si vemos que nuestro entorno también lo hace. Por ejemplo: recogemos la mesa entre todos, cada día uno friega los platos (lo haga mejor o peor, recuerden que hablamos de instaurar el hábito y no de la efectividad de la tarea), después de comer todos se lavan los dientes… Justo por esta idea, debemos tener cuidado cuando se trata de hábitos perjudiciales, pues los niños y niñas los aprenden igual, por ejemplo, cruzar la calle cuando el semáforo está en rojo.
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Tener un horario definido: es más sencillo aprender algo si el horario o en otras formas de decirlo la secuencia de hacerlo es siempre la misma. Por ejemplo, hacemos la tarea media hora después de comer, la secuencia antes de dormir es la misma, ducha, cena, cuento.
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Fomentar la autonomía: ir ampliando las actividades que hace el niño a medida que crece. Volvemos hacer hincapié en que nos desquiciarán porque no lo harán bien, porque ensuciarán, porque siempre lo haremos más rápidos que ellos, pero si no les damos la oportunidad, ni aprenderán a hacerlo ni instauran el hábito.
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Partir de la motivación del peque: no proponer estos nuevos hábitos como algo aburrido, sino motivar cualquier actividad, hacerlo desde el juego, el respeto, el hacer sentir a nuestro peque mayor, es importante, cantar, bailar y disfrutar de lo que se hace…
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Necesidad de apoyo: cuando queremos instaurar un hábito nuevo nuestro peque va a necesitar mucha práctica para automatizarlo, por lo que es necesario que lo hagamos con ellos. Por ejemplo, si queremos que recoja los juguetes al terminar, al principio necesitará que nosotros nos pongamos con ellos a recoger. Cada vez iremos retirando ese apoyo, hasta que sea capaz de hacerlo por sí mismo.
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Repetir, repetir y repetir: sin pensarlo, todos miramos a ambos lados de la calle antes de cruzar, pero ¿por qué? Pues porque alguien en su momento nos lo repitió cada vez que íbamos a cruzar una. Así que mucha paciencia y a por ello.